La idea de metaverso no es nueva, hace años que existen diferentes espacios virtuales de interconexión, trabajo y ocio, de una manera u
otra unidos al consumo. Pero quizá lo nuevo, además del «rebranding», es
la brutal apuesta financiera para convertirlo en un espacio
transtecnológico y disruptivo.
Quienes han empezado a posicionarse en el metaverso son quienes ven
una legítima oportunidad de negocio, desde inmobiliarias (con sus
metalocales) hasta marcas (con sus metazapatillas). El metasexo es otro
firme candidato a desplegarse en el metaverso, incluso a impulsarlo
(como ya lo hizo con internet). Está muy bien, pero previendo que la
nueva metasociedad podrá estar íntimamente ligada a la sociedad real,
¿cómo reposicionar la representación política? ¿Cómo rearticular la
participación ciudadana? ¿Cómo generar metaconsensos que cohesionen la
sociedad, que ofrezcan posibilidades de desarrollo humano? ¿Cómo
crearemos oportunidades para la transformación social «buena»?
No plantearse estas preguntas aplanan el camino a la creación de un
Giliverso, un espacio con meras lógicas metacapitalistas y
metaconsumistas con individuos metagilipollas, fácilmente pastoreables
por unos metapopulismos a los que también se les espera.
Fuente: Santi Pisonero, en Pr4