viernes, 1 de septiembre de 2023

El problema mente-cuerpo

Escribir sobre esto es un tanto difícil. Uno se encuentra con personas con posturas muy formadas (Y cerradas) y gente sin postura definida (explícitamente) que cae en continúas incoherencias. Pero, ¿Qué es el problema mente-cuerpo? 

En un primer punto para entender este problema debemos tratar de entender qué es el cuerpo (respuesta relativamente fácil) y qué es la mente (respuesta muy muy complicada). En un según punto, según como definamos ambos podríamos tener un gran problema... o no tenerlo!
 
Históricamente el sueño de una vida inmortal nos ha perseguido durante milenios. Parece que no nos conformamos con una vida limitada. Simplemente, tiene que haber algo más. Eso implica disociar el cuerpo, que vemos cómo se corrompe tras la muerte, y el alma, que no vemos. 
 
Si buceamos en épocas pretéritas sobre sale un profeta, de origen desconocido, Orfeo, que sería el fundador de una religión en los albores de la antigua Grecia (siglo VII a.c) que planteaba una base: Hay un alma inmortal y un cuerpo mortal. No Había mucha más explicación 

Esta mitología o leyenda fue tomada por un grupo de filósofos/secta también dada a explicaciones místicas: los pitagóricos. Y es que, en este sentido, los pitagóricos creían precisamente en ese alma inmortal y a su vez, en la transmigración de ese alma. El cuerpo: un accesorio

Platón en muchos aspectos tuvo algo de pitagórico, y desde luego para muchos fue el primer estandarte del dualismo (idea errónea tras lo anteriormente comentado), pero si fue el primero que hizo una pregunta muy importante y que aún hoy acompaña al problema mente-cuerpo:

Si el alma es inmortal, de otro plano, otra sustancia, diferente del cuerpo... ¿Cómo se relaciona con este? ¿Cómo puede ese alma influir sobre lo material?. Esta duda la planteó en su obra Parménides. Y su respuesta fue nuevamente mística. Un demiurgo. 

La búsqueda de ese alma, en el plano físico tuvo también un curioso debate, entre cardiocéntricos y cerebrocéntricos: El alma estaba en un sitio o en otro. Curiosamente, el dualista Platón señaló el cerebro como sede de ese alma, y Aristóteles señaló al corazón. 
 
Si uno analiza con cierto detalle, cae en la cuenta de que Alcmeón de Crotona, pitagórico fue el primero en advertir la conexión entre los sentidos y el cerebro. Previamente, los egipcios, habían señalado al corazón como sede del alma, con escasa importancia del cerebro. 
 
Este punto es importante. Siempre se ha buscado la ubicación física del alma/mente. Su prisión corporal. De la que además, debía de escaparse.
Saltando toda la época helenística (pero recordando el acertado materialismo de Epicuro), se llegó a una época dominada por una mezcla neoplatónica y cristiana. La religión Cristiana buscó una fundamentación filosófica y la halló en Platón (y Plotino). Un alma inmortal. Y un Dios
 
Esta época está muy centrada en un intento cerebrocéntrico del sostén del alma, pero también, en una localización concreta: los ventrículos del cerebro. Lo que hoy vemos como nervios que mandan impulsos nerviosos antaño se veía como tubos huecos. Un alma corría por ellos. 

El manual de fundamentos históricos de la neuropsicología y la neurología de la conducta de @_garcia_molina y @CasanovaPea lo explica con minucioso y precioso detalle. 
 
 
Pero la clave es esta. El alma, que se terminará convirtiendo en la mente, y el cuerpo, van por separado. Siempre con un frágil nexo de unión. Sea en el cerebro o en el corazón. Porque son cosas COMPLETAMENTE diferentes.

Descartes, un genio (y no maligno precisamente) trató de reconducir el problema y volver a separar la res cogitans (mente/alma) del cuerpo y lo físico (res extensa). Y señaló la puerta de conexión en la glándula pineal.

Las aportaciones al método científico de Descartes con innegables, y su propuesta base de la idea actual de las relaciones causa/efecto del mundo físico. Pero como diría Antonio Damasio, erró al separar cuerpo y alma. Como todos sus antecesores.
Pero claro, este problema mente cuerpo viene dado precisamente de partir de estos postulados: Considerar que son cosas diferentes. Historia, filosofía dualista y religión mantenían esa distinción, sin saber bien cómo resolver el problema que la propia distinción genera
El avance en el conocimiento durante el siglo XVIII y sobre todo XIX sobre las relaciones entre cerebro y mente/cognición ha sido arimético. En el siglo XX, con la neuroimagen, ha sido geométrico. Y simplemente, hoy en día la distinción mente/cuerpo se difumina.

Frente a la tendencia dualista de considerar la mente y el cuerpo como dos sustancias diferentes o cómo al menos dos elementos diferentes, en las cuales la mente no está sujeta a propiedades del mundo físico emerge la idea de que al final, ambos son lo mismo. 
 
Antonio Damasio en su libro el error de descartes ya señaló la enorme importancia del cuerpo, como un todo, como un organismo sintiente en los aspectos cognitivos. La idea del marcador somático. 
 

La tendencia actual es precisamente a eso, a disolver el problema mente/cuerpo señalando que, dentro de las leyes físicas del mundo, el cuerpo y la mente son exactamente lo mismo, la mente o consciencia emergen el cuerpo y eso rompe un dilema mente-cuerpo. Y genera otros dilemas.

Pocos se atreven a sostener un paradigma dualista (insisto, habría que explicar la relación entre esa sustancia diferente y el cuerpo y, a parte, entender qué leyes la guían), pero hay que preguntarse qué es entonces esa mente o consciencia. 
 
Aquí entran en debate muchas posturas para entender esto que llamamos mente, porque, aunque no sea algo diferente a lo físico, eso no quita que tengamos esa "sensación" de ser conscientes. 
 
Por un lado, parte del debate se centra en considerar que la consciencia o mente, es una ilusión. Producto del cerebro/organismo completo, el conjunto de experiencias que tenemos se integran para dar una continuidad. Pero es una ficción. Fruto el organismo. Sin él, no hay mente.

 

Otras postura parte de la base de que toda materia es consciente de por sí (el panpsiquismo), de la idea de que todo lo que nos rodea es potencialmente consciente y que lejos de ser una ficción, es una propiedad de la propia materia. 

Cada postura tiene sus problemas y sus criticas, pero parece ir cerrando el círculo el círculo no en tanto entender la mente y el cuerpo como sustancia diferentes, como propiedades diferentes, sino más bien, como el como el cuerpo, la base (materia), genera esa conciencia.
 
Y eso es también tiene sus implicaciones. Porque si la clave es el organismo, el cuerpo sintiente... ¿tiene sentida pensar en una inteligencia artificial?¿tiene sentido pensar en un funcionalismo (conciencia no ligada a sustrato biológico)?. 
 
Si la mente es una ficción... ¿Vivimos engañados?¿Cómo afecta eso a nuestro libre albedrío? ¿Podríamos justificar ciertos comportamientos en base a engaños de nuestro organismos y su producto llamado mente? 
 
A aún más complejo... Si toda materia es consciente... ¿todo lo que nos rodea tiene conciencia? ¿Dejamos de ser tan especiales en el mundo como creemos?¿Dónde ponemos el corte del comportamiento moral? 
 
Al final, cuando creemos tener alguna respuesta (la puesta materialista como base de la conciencia por ejemplo), automáticamente surgen una enorme cantidad de preguntas y cuestiones. 
 
Y es que este hilo no podía cerrarse sin una sombra de duda sobre la propia duda. Como diría Collin McGinn, con su planteamiento de misterionismo: ¿Y si simplemente no estamos preparados para descubrir nuestra conciencia?¿Y si el ser humano es tan limitado que no llega a ello?
Sea como sea, soy consciente de que este tema es apasionante. Genera debates y controversias. Y cuesta decir que alguien tenga la razón absoluta.
 
Salud y conciencia 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario