Escribir sobre esto es un tanto
difícil. Uno se encuentra con personas con posturas muy formadas (Y
cerradas) y gente sin postura definida (explícitamente) que cae en
continúas incoherencias. Pero, ¿Qué es el problema mente-cuerpo?
En un primer punto para entender este problema debemos tratar de
entender qué es el cuerpo (respuesta relativamente fácil) y qué es la
mente (respuesta muy muy complicada). En un según punto, según como
definamos ambos podríamos tener un gran problema... o no tenerlo!
Históricamente el sueño de una vida inmortal nos ha perseguido durante
milenios. Parece que no nos conformamos con una vida limitada.
Simplemente, tiene que haber algo más. Eso implica disociar el cuerpo,
que vemos cómo se corrompe tras la muerte, y el alma, que no vemos.
Si buceamos en épocas pretéritas sobre sale un profeta, de origen
desconocido, Orfeo, que sería el fundador de una religión en los albores
de la antigua Grecia (siglo VII a.c) que planteaba una base: Hay un
alma inmortal y un cuerpo mortal. No Había mucha más explicación
Esta mitología o leyenda fue tomada por un grupo de filósofos/secta
también dada a explicaciones místicas: los pitagóricos. Y es que, en
este sentido, los pitagóricos creían precisamente en ese alma inmortal y
a su vez, en la transmigración de ese alma. El cuerpo: un accesorio
Platón en muchos aspectos tuvo algo de pitagórico, y desde luego para
muchos fue el primer estandarte del dualismo (idea errónea tras lo
anteriormente comentado), pero si fue el primero que hizo una pregunta
muy importante y que aún hoy acompaña al problema mente-cuerpo:
Si el alma es inmortal, de otro plano, otra sustancia, diferente del
cuerpo... ¿Cómo se relaciona con este? ¿Cómo puede ese alma influir sobre
lo material?. Esta duda la planteó en su obra Parménides. Y su
respuesta fue nuevamente mística. Un demiurgo.
La búsqueda de ese alma, en el plano físico tuvo también un curioso
debate, entre cardiocéntricos y cerebrocéntricos: El alma estaba en un
sitio o en otro. Curiosamente, el dualista Platón señaló el cerebro como
sede de ese alma, y Aristóteles señaló al corazón.
Si uno analiza
con cierto detalle, cae en la cuenta de que Alcmeón de Crotona,
pitagórico fue el primero en advertir la conexión entre los sentidos y
el cerebro. Previamente, los egipcios, habían señalado al corazón como
sede del alma, con escasa importancia del cerebro.
Este punto es importante. Siempre se ha buscado la ubicación física del
alma/mente. Su prisión corporal. De la que además, debía de escaparse.
Saltando toda la época helenística (pero recordando el acertado
materialismo de Epicuro), se llegó a una época dominada por una mezcla
neoplatónica y cristiana. La religión Cristiana buscó una fundamentación
filosófica y la halló en Platón (y Plotino). Un alma inmortal. Y un
Dios
Esta época está muy centrada en un intento cerebrocéntrico del sostén
del alma, pero también, en una localización concreta: los ventrículos
del cerebro. Lo que hoy vemos como nervios que mandan impulsos nerviosos
antaño se veía como tubos huecos. Un alma corría por ellos.
El manual de fundamentos históricos de la neuropsicología y la
neurología de la conducta de @_garcia_molina y @CasanovaPea lo explica
con minucioso y precioso detalle.
Pero la clave es esta. El alma, que se terminará convirtiendo en la
mente, y el cuerpo, van por separado. Siempre con un frágil nexo de
unión. Sea en el cerebro o en el corazón. Porque son cosas COMPLETAMENTE
diferentes.
Descartes, un genio (y no maligno precisamente) trató
de reconducir el problema y volver a separar la res cogitans
(mente/alma) del cuerpo y lo físico (res extensa). Y señaló la puerta de
conexión en la glándula pineal.
Las aportaciones al método científico de Descartes con innegables, y su
propuesta base de la idea actual de las relaciones causa/efecto del
mundo físico. Pero como diría Antonio Damasio, erró al separar cuerpo y
alma. Como todos sus antecesores.
Pero claro, este problema mente
cuerpo viene dado precisamente de partir de estos postulados: Considerar
que son cosas diferentes. Historia, filosofía dualista y religión
mantenían esa distinción, sin saber bien cómo resolver el problema que
la propia distinción genera
El avance en el conocimiento durante el
siglo XVIII y sobre todo XIX sobre las relaciones entre cerebro y
mente/cognición ha sido arimético. En el siglo XX, con la neuroimagen,
ha sido geométrico. Y simplemente, hoy en día la distinción mente/cuerpo
se difumina.
Frente a la tendencia dualista de considerar la mente y el cuerpo como
dos sustancias diferentes o cómo al menos dos elementos diferentes, en
las cuales la mente no está sujeta a propiedades del mundo físico emerge
la idea de que al final, ambos son lo mismo.
Antonio Damasio en su
libro el error de descartes ya señaló la enorme importancia del cuerpo,
como un todo, como un organismo sintiente en los aspectos cognitivos.
La idea del marcador somático.
La tendencia actual es precisamente a eso, a disolver el problema
mente/cuerpo señalando que, dentro de las leyes físicas del mundo, el
cuerpo y la mente son exactamente lo mismo, la mente o consciencia
emergen el cuerpo y eso rompe un dilema mente-cuerpo. Y genera otros
dilemas.
Pocos se atreven a sostener un paradigma dualista
(insisto, habría que explicar la relación entre esa sustancia diferente y
el cuerpo y, a parte, entender qué leyes la guían), pero hay que
preguntarse qué es entonces esa mente o consciencia.
Aquí entran en
debate muchas posturas para entender esto que llamamos mente, porque,
aunque no sea algo diferente a lo físico, eso no quita que tengamos esa
"sensación" de ser conscientes.
Por un lado, parte del debate se
centra en considerar que la consciencia o mente, es una ilusión.
Producto del cerebro/organismo completo, el conjunto de experiencias que
tenemos se integran para dar una continuidad. Pero es una ficción.
Fruto el organismo. Sin él, no hay mente.
Otras postura parte de la base de que toda materia es consciente de por
sí (el panpsiquismo), de la idea de que todo lo que nos rodea es
potencialmente consciente y que lejos de ser una ficción, es una
propiedad de la propia materia.
Cada postura tiene sus problemas y sus criticas, pero parece ir
cerrando el círculo el círculo no en tanto entender la mente y el cuerpo
como sustancia diferentes, como propiedades diferentes, sino más bien,
como el como el cuerpo, la base (materia), genera esa conciencia.
Y
eso es también tiene sus implicaciones. Porque si la clave es el
organismo, el cuerpo sintiente... ¿tiene sentida pensar en una
inteligencia artificial?¿tiene sentido pensar en un funcionalismo
(conciencia no ligada a sustrato biológico)?.
Si la mente es una
ficción... ¿Vivimos engañados?¿Cómo afecta eso a nuestro libre albedrío?
¿Podríamos justificar ciertos comportamientos en base a engaños de
nuestro organismos y su producto llamado mente?
A aún más
complejo... Si toda materia es consciente... ¿todo lo que nos rodea
tiene conciencia? ¿Dejamos de ser tan especiales en el mundo como
creemos?¿Dónde ponemos el corte del comportamiento moral?
Al final,
cuando creemos tener alguna respuesta (la puesta materialista como base
de la conciencia por ejemplo), automáticamente surgen una enorme
cantidad de preguntas y cuestiones.
Y es que este hilo no podía
cerrarse sin una sombra de duda sobre la propia duda. Como diría Collin
McGinn, con su planteamiento de misterionismo: ¿Y si simplemente no
estamos preparados para descubrir nuestra conciencia?¿Y si el ser humano
es tan limitado que no llega a ello?
Sea como sea, soy consciente
de que este tema es apasionante. Genera debates y controversias. Y
cuesta decir que alguien tenga la razón absoluta.
Salud y conciencia
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